Era viernes ese día como los anteriores llegaba
Gabriela (la enfermera) tempranito, desayunaban y la "atendían", ya para cuando llegaba
Gabriela
yo estaba lista para irme a trabajar, ya ella tenía instalada la cama
clínica en su cuarto, conseguida gracias a las gestiones en las que nos
ayudó María (mamá de
Pierrot, amiguita de la escuela y el edificio de Simón), pase y la
vi
"dormida" no la quise despertar, llevamos a los niños a la escuela y al
volver aun seguía dormida, entramos a despertarla, vimos que estaba un
lado del vestido sucio, había vomitado y posiblemente
convulsionado, en seguida
Flory (
Floryzeth) se afectó pensando que había sido en la noche, por dejarla durmiendo "sola" (con la cama clínica no había
chance
de acompañarla a dormir), pero ella continuo vomitando, era reciente,
la auxiliamos, y desde allí vomitaría en intervalo de cada diez minutos
unas cuatro veces más, asumíamos que por el nuevo medicamento (
lamodal +
pregabalina)
las convulsiones eran más suaves, enseguida la limpiamos y cambiamos de
ropa, bueno, en realidad la dejamos solo arropada, le mediamos la
tensión y la temperatura cada treinta minutos, estábamos
Flory (
Floryzeth),
Héctor (Alejandro),
Gabriela
(la enfermera) y yo, la temperatura le subía de un momento a otro, y la
tensión dejo de tener medición a partir de las tres de la tarde
aproximadamente, pensamos en todo el procedimiento que debíamos asumir,
había que ponerle un diurético
endovenoso (
furosemida)
para ayudarla porque se estaba inflamando (reteniendo líquidos) y luego
un suero para mantenerla hidratada, por lo de los vómitos, además de
conseguir una bombona de oxígeno, no reaccionaba, ocasionalmente abría
los ojos cuando la llamaban por su nombre eso como hasta las cuatro de
la tarde,
Héctor
(Alejandro) se movió y consiguió la bombona, le suministrábamos el
oxígeno cuando le veíamos mucha dificultad al respirar, sin embargo se
terminó
rapidísimo.
Nuevamente me tocaba hacer algo que no estaba acostumbrada a hacer, le pedí a María (mamá de
Pierrot), que buscara a Simón en la escuela y lo llevara a su casa, porque la abuela estaba muy
malita
y no quería que él la viera así, gracias a Dios ella pudo, estaban tres
pisos más arriba pero al menos él no estaba viendo la angustia y la
situación, ya al final de la tarde buscamos a Simón y a Rafael (con
horario regular hasta las 5pm), nunca dejaba a Rafa en el horario
completo, pero ese día lo necesitábamos, la situación era complicada,
sin embargo, la esperanza luchaba dentro de nosotros, batallaba; ese día
en la tarde llegó Julia, con
Amarylis y
Heber, ella siempre, ella hasta el final, la amistad verdadera pues.
Al
final de la tarde llamamos a un amigo médico, Mariano, para que nos
diera luces y su opinión, llegó como a las siete de la noche o un poco
más, la reviso, revisó el caso, converso con nosotros y nos dio unas
indicaciones, ya teníamos
mínimamente un plan, nos dividimos su vigilancia en guardias, hasta las dos de la mañana era la guardia de
Héctor (Alejandro), de dos a cinco la guardia de
Flory (
Floryzeth),
y la mía de cinco en adelante, nos fuimos a "descansar" esperando cada
uno su turno, mi guardia no llegó, a las cuatro y veinte, cuatro y media
me fue a despertar
Héctor (Alejandro), estaba cerca la hora, yo dormida pensé que era mi turno, le
vi
la cara y entendí lo que decía, me levante volando y corrimos al
cuarto, y allí los tres le dimos la despedida, la dejamos volar,
prometiéndole
que estaríamos bien entre lágrimas y oraciones, pidiéndole que se
fuera en paz, serían las cinco y un poco más cuando finalmente se fue,
se quedó dormida para siempre, gracias a Dios no la vimos sufrir, no fue
como en las películas, ella se había apagado como una velita de
cumpleaños.
Era una sensación tan difícil de describir, una
honda tristeza combinada de una sensación de paz porque al menos el
dolor había terminado, solo quien lo vive comprende, solo quien lo ha
pasado puede entender todo el proceso y la despedida; yo rogaba por que
no se despertaran los niños, Simón se despertó como a las ocho y media, y
le tuve que explicar, una vez más portadora de noticias difíciles,
enseguida empezó a llorar, que momento, que fuerte, que dolor, su
respuesta me dejo aún más impresionada, entre llanto me pidió ver a su
abuela, "mamá déjame verla, me quiero despedir de ella, solo por última
vez", lo abrace y lloramos unos minutos juntos, le
pedimos esperar a su papá,
Héctor (Alejandro) que estaba en los
tramites
de la funeraria y el registro civil, él se calmó un poco, y cuando
finalmente llego su papá, fue inevitable cumplir su petición, entramos
primero
Flory (
Floryzeth) y yo a
parapetearla,
para que el niño pudiera verla, luego entramos con él y una tarjeta que
él le había hecho le pidió la bendición, le lanzo un beso y le dijo que
siempre la recordaría y la iba a querer, uno de los momentos más
difíciles en mi vida, lo confieso; Salimos y él se fue a acostar en la
cama (original ) de su abuela, que estaba en la sala, su tía
Flory (
Floryzeth) se
recostó un rato con él, mi
muchachito estaba muy mal.
Nos tocó distraer a los niños cuando llegó la funeraria, antes de eso ya
Flory (
Floryzeth)
y yo habíamos buscado la ropa para vestirla, aunque la vestirían ellos
en la funeraria, el vestido, aquel que siempre le decíamos que en otro
momento, este era su momento, hablábamos con ella como si aún estaba con
vida, le explicábamos que se le llevarían y que la vestirían unos
extraños, que la dejarían bella, arreglamos todo y vinieron por ella, ya
para ese entonces habían venido un par de vecinas,
Gabriela (la enfermera), María (la mamá de
Pierrot) y otras más, se despidieron de ella y dieron el pésame a la familia, también estaban mis
compadritos,
Darwin y
Yaireth, habia tanto por agradecerles, en las horas difíciles siempre estuvieron con nosotros llenándonos de fuerza.
Cuando ya estábamos terminando de
alistarnos para salir a la funeraria Simón me tomo de la mano, "mamá yo quiero ir (con lágrimas en los ojos) esa es mi abuela
mami,
ya no la voy a ver más", yo fuese querido evitarlo, pero él tenia razón
esa era su abuela, su amor, como negarle ese momento, tuve que llevarme
a los dos niños a la funeraria, estaba Carla (mi hermana) que nos estaba acompañando
y apoyando con los niños, entonces fue un poco más sencillo; llegamos
temprano, ya estaban su mamá (la abuela
Olga) y
Evelyn (su sobrina),
no habían llegado las flores, Simón escucho una conversa del tema de
las flores y me dijo, "mamá vamos a buscar unas flores para mi
abuela", salimos cerca y no había nada, llegamos y nos llevaron a un
lugar donde conseguimos que nos prepararan un ramito bonito, él estaba
contento, no era la primera vez que le regalaba flores a su abuela,
gracias a Dios ese amor se vivió y se expresó siempre a todo lo que
daba, ellos compartieron mucho y esos recuerdos quedaran para siempre.
Al llegar él puso las flores sobre el féretro, le dijo algo en voz baja y le lanzo un
besito,
era difícil, casi nos turnábamos para llorar, de alguna forma Dios y
el momento de la clínica nos habían ayudado a entender que tarde o
temprano nos encontraríamos en esta situación, fueron todos sus
familiares, primos, tíos, sus amigos y los nuestros, el resto fue la
rutina de una funeraria, las palabras del pastor que nos acompañó
durante el proceso, los vecinos, el dolor y el proceso; a ella en vida
no le gustaba la idea de los velorios largos, es más, no le gustaba la
idea del velorio, decía que eso ponía a sufrir más a la familia, sin
embargo tuvimos que
desobedecerle un poquito,
Héctor Enrique no había podido llegar de
Maturín, el velorio duraría dos días.
Estábamos
en paz, por ella se dio el todo por el todo, no le faltó atención,
compañía, cariño, eso en medio del dolor profundo nos generaba
tranquilidad, quien vive este tipo de situaciones comprende que el
consuelo es ese, el del descanso eterno y el de haber dado todo lo
posible por reconfortar.