jueves, 7 de diciembre de 2017

EL FIN 1





Era viernes ese día como los anteriores llegaba Gabriela (la enfermera) tempranito, desayunaban y la "atendían", ya para cuando llegaba Gabriela yo estaba lista para irme a trabajar, ya ella tenía instalada la cama clínica en su cuarto, conseguida gracias a las gestiones en las que nos ayudó María (mamá de Pierrot, amiguita de la escuela y el edificio de Simón), pase y la vi "dormida" no la quise despertar, llevamos a los niños a la escuela y al volver aun seguía dormida, entramos a despertarla, vimos que estaba un lado del vestido sucio, había vomitado y posiblemente convulsionado, en seguida Flory (Floryzeth) se afectó pensando que había sido en la noche, por dejarla durmiendo "sola" (con la cama clínica no había chance de acompañarla a dormir), pero ella continuo vomitando, era reciente, la auxiliamos, y desde allí vomitaría en intervalo de cada diez minutos unas cuatro veces más, asumíamos que por el nuevo medicamento (lamodal + pregabalina) las convulsiones eran más suaves, enseguida la limpiamos y cambiamos de ropa, bueno, en realidad la dejamos solo arropada, le mediamos la tensión y la temperatura cada treinta minutos, estábamos Flory (Floryzeth), Héctor (Alejandro), Gabriela (la enfermera) y yo, la temperatura le subía de un momento a otro, y la tensión dejo de tener medición a partir de las tres de la tarde aproximadamente, pensamos en todo el procedimiento que debíamos asumir, había que ponerle un diurético endovenoso (furosemida) para ayudarla porque se estaba inflamando (reteniendo líquidos) y luego un suero para mantenerla hidratada, por lo de los vómitos, además de conseguir una bombona de oxígeno, no reaccionaba, ocasionalmente abría los ojos cuando la llamaban por su nombre eso como hasta las cuatro de la tarde, Héctor (Alejandro) se movió y consiguió la bombona, le suministrábamos el oxígeno cuando le veíamos mucha dificultad al respirar, sin embargo se terminó rapidísimo.



Nuevamente me tocaba hacer algo que no estaba acostumbrada a hacer, le pedí a María (mamá de Pierrot), que buscara a Simón en la escuela y lo llevara a su casa, porque la abuela estaba muy malita y no quería que él la viera así, gracias a Dios ella pudo, estaban tres pisos más arriba pero al menos él no estaba viendo la angustia y la situación, ya al final de la tarde buscamos a Simón y a Rafael (con horario regular hasta las 5pm), nunca dejaba a Rafa en el horario completo, pero ese día lo necesitábamos, la situación era complicada, sin embargo, la esperanza luchaba dentro de nosotros, batallaba; ese día en la tarde llegó Julia, con Amarylis y Heber, ella siempre, ella hasta el final, la amistad verdadera pues.


Al final de la tarde llamamos a un amigo médico, Mariano, para que nos diera luces y su opinión, llegó como a las siete de la noche o un poco más, la reviso, revisó el caso, converso con nosotros y nos dio unas indicaciones, ya teníamos mínimamente un plan, nos dividimos su vigilancia en guardias, hasta las dos de la mañana era la guardia de Héctor (Alejandro), de dos a cinco la guardia de Flory (Floryzeth), y la mía de cinco en adelante, nos fuimos a "descansar" esperando cada uno su turno, mi guardia no llegó, a las cuatro y veinte, cuatro y media me fue a despertar Héctor (Alejandro), estaba cerca la hora, yo dormida pensé que era mi turno, le vi la cara y entendí lo que decía, me levante volando y corrimos al cuarto, y allí los tres le dimos la despedida, la dejamos volar, prometiéndole que estaríamos bien entre lágrimas y oraciones, pidiéndole que se fuera en paz, serían las cinco y un poco más cuando finalmente se fue, se quedó dormida para siempre, gracias a Dios no la vimos sufrir, no fue como en las películas, ella se había apagado como una velita de cumpleaños.


Era una sensación tan difícil de describir, una honda tristeza combinada de una sensación de paz porque al menos el dolor había terminado, solo quien lo vive comprende, solo quien lo ha pasado puede entender todo el proceso y la despedida; yo rogaba por que no se despertaran los niños, Simón se despertó como a las ocho y media, y le tuve que explicar, una vez más portadora de noticias difíciles, enseguida empezó a llorar, que momento, que fuerte, que dolor, su respuesta me dejo aún más impresionada, entre llanto me pidió ver a su abuela, "mamá déjame verla, me quiero despedir de ella, solo por última vez", lo abrace y lloramos unos minutos juntos, le pedimos esperar a su papá, Héctor (Alejandro) que estaba en los tramites de la funeraria y el registro civil, él se calmó un poco, y cuando finalmente llego su papá, fue inevitable cumplir su petición, entramos primero Flory (Floryzeth) y yo a parapetearla, para que el niño pudiera verla, luego entramos con él y una tarjeta que él le había hecho le pidió la bendición, le lanzo un beso y le dijo que siempre la recordaría y la iba a querer, uno de los momentos más difíciles en mi vida, lo confieso; Salimos y él se fue a acostar en la cama (original ) de su abuela, que estaba en la sala, su tía Flory (Floryzeth) se recostó un rato con él, mi muchachito estaba muy mal.


Nos tocó distraer a los niños cuando llegó la funeraria, antes de eso ya Flory (Floryzeth) y yo habíamos buscado la ropa para vestirla, aunque la vestirían ellos en la funeraria, el vestido, aquel que siempre le decíamos que en otro momento, este era su momento, hablábamos con ella como si aún estaba con vida, le explicábamos que se le llevarían y que la vestirían unos extraños, que la dejarían bella, arreglamos todo y vinieron por ella, ya para ese entonces habían venido un par de vecinas, Gabriela (la enfermera), María (la mamá de Pierrot) y otras más, se despidieron de ella y dieron el pésame a la familia, también estaban mis compadritos, Darwin y Yaireth, habia tanto por agradecerles, en las horas difíciles siempre estuvieron con nosotros llenándonos de fuerza.


Cuando ya estábamos terminando de alistarnos para salir a la funeraria Simón me tomo de la mano, "mamá yo quiero ir (con lágrimas en los ojos) esa es mi abuela mami, ya no la voy a ver más", yo fuese querido evitarlo, pero él tenia razón esa era su abuela, su amor, como negarle ese momento, tuve que llevarme a los dos niños a la funeraria, estaba Carla (mi hermana) que nos estaba acompañando y apoyando con los niños, entonces fue un poco más sencillo; llegamos temprano, ya estaban su mamá (la abuela Olga) y Evelyn (su sobrina), no habían llegado las flores, Simón escucho una conversa del tema de las flores y me dijo, "mamá vamos a buscar unas flores para mi abuela", salimos cerca y no había nada, llegamos y nos llevaron a un lugar donde conseguimos que nos prepararan un ramito bonito, él estaba contento, no era la primera vez que le regalaba flores a su abuela, gracias a Dios ese amor se vivió y se expresó siempre a todo lo que daba, ellos compartieron mucho y esos recuerdos quedaran para siempre.


Al llegar él puso las flores sobre el féretro, le dijo algo en voz baja y le lanzo un besito, era difícil, casi nos turnábamos para llorar, de alguna forma Dios y el momento de la clínica nos habían ayudado a entender que tarde o temprano nos encontraríamos en esta situación, fueron todos sus familiares, primos, tíos, sus amigos y los nuestros, el resto fue la rutina de una funeraria, las palabras del pastor que nos acompañó durante el proceso, los vecinos, el dolor y el proceso; a ella en vida no le gustaba la idea de los velorios largos, es más, no le gustaba la idea del velorio, decía que eso ponía a sufrir más a la familia, sin embargo tuvimos que desobedecerle un poquito, Héctor Enrique no había podido llegar de Maturín, el velorio duraría dos días.


Estábamos en paz, por ella se dio el todo por el todo, no le faltó atención, compañía, cariño, eso en medio del dolor profundo nos generaba tranquilidad, quien vive este tipo de situaciones comprende que el consuelo es ese, el del descanso eterno y el de haber dado todo lo posible por reconfortar.



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