Era viernes, faltaba una sola, estábamos ansiosas nerviosas
y felices, planificando todo, ese día no fue diferente a los demás, fuimos nos anotábamos,
compre el desayuno y antes de ir me dijo
" mira ya estoy bien del estómago, cómprate un toddy, quiero chocolate"
no me pude resistir, era como una niña para pedir las cosas, me daba entre
ternura y risa y terminaba diciéndole que sí, ese día también se llevó su
camisita nueva, de las que habíamos comprado el otro día, era una mañana
especial, nos quedaba el día entero por delante, también dos días mas, el lunes
seria el gran día, la despedida, el adiós definitivo a tanta cosa.
Entonces el día transcurrió entre ansiedad y alegría, ella
caminaba muchísimo mejor, tenía una actitud ganadora, todo indicaba que esto iría
para mejor, que avanzábamos, que lo estábamos logrando, ese día fue esperar el
turno, salir, esperar a Gaby, llegar a la casa y empezar a planificar, pero
primero lo primero, ella quería hacerse algo en el cabello, ( no tenía mucho)
pero imagínese el logro de volver a tener cabello después de casi un año,
(bueno aunque después de las primeras ocho quimios logró tener un poquito también), ella quería ir a la peluquería y
quien era yo para decirle que no, así que nos planificamos para la tarde.
Al llegar a la casa habló por teléfono con Julia y al colgar
nos dijo "ya tengo a mi acompañante para la casa, empieza el lunes, es
alguien que ya conozco", yo estaba medio recelosa, y es que me gusta
atender mis cosas a mí misma, la comida de los niños, su ropa, la casa, no tenía
mucho tiempo pero eso me gusta, entonces
en vista que estaba sinceramente abollada y echando humo acepte, y como
era alguien de su confianza no vi ningún peligro.
Llego la tarde y nos fuimos a la peluquería, con Ingrid su
panita de toda la vida, vecina del sector, con su peluquería frente al edificio, llegamos y ella se emocionó
al verla como estaba caminando, llegando, saludando y empezando a mandar "como todavía no me
puedo pintar el cabello vine a ver qué haces con esto (agarrándose sus cuatro
pelitos)", como toda mujer quería sentirse diferente; un corte de cabello
es mucho más que un corte y mucho más que cabello, así que Ingrid hizo lo que
pudo, y como si tuviese un título de medicina bajo el brazo me advirtió, no
puedo secarle ni plancharle, no creo que sea bueno, (le agradezco enorme y
sinceramente su honestidad).
Salimos, no sin antes hacer un video, uno para que diera fe
que estábamos en modo festivo, ya faltaba poco, ya salíamos de eso, ya no
faltaba nada.
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