martes, 21 de noviembre de 2017

DÍA 10 LA RADIOTERAPIA



No sentía tanta alegría desde aquel día de la celebración post quimio, todos estaban al pendiente, Flory (Floryzeth) y Héctor Enrique la habían llamado el fin de semana, Evelyn escribía todos los días para saber cómo avanzábamos, todos teníamos nuestra confianza en que saldríamos de esta, veíamos avances, teníamos esperanza, entonces ese fue el día en que mejor nos presentamos, corte de cabello nuevo, uñas pintadas, blusita nueva, maquillada, éramos ganadoras, ese día ganamos y eso nadie podrá quitárnoslo.


La anote, y fuimos a afuera porque el aire estaba demasiado fuerte, al poco rato la llamaron, entramos, la sentaron en la silla y entramos, era tan maravilloso, era el último día, ¡que felicidad!, todos se portaron excelente (menos el doctor asignado), muy buenas personas, entramos, salimos, nos despedimos de todos, compre no sé cuántas chucherías que repartimos entre todos, camilleros, doctores, enfermeras, era una fiesta, la fiesta de la vida.


Después pasamos con el doctor asignado (cara de drama), que haría el informe para su médico tratante, pregunto las indicaciones de los anticonvulsivos y bajo la dosis de dexametasona a ocho miligramos diarios por cinco días y luego a inter diario por una semana  para finalizar, me entrego el informe, le pregunte un par de cosas y recogí mis papeles con intensión de pegar la carrera, pero el hombre había decidido hablar (y de qué manera) dos semanas viéndole la cara, persiguiéndolo para preguntarle cosas y ese día si quería hablar, me preguntó delante de ella, "¿su médico tratante no ha descartado la posibilidad de otro?...", lo fulmine con ojos de candela, bajo la vista y siguió escribiendo, ella entendida dijo "no", después me dijo "bueno ya por acá recibió el tratamiento máximo que se le puede indicar (diez sesiones), por cierto se te va a caer el pelo", lo mire otra vez con ganas de estrangularlo, capto mis malas caras, le acerco la mano a la cabeza y le dijo, "bueno se ve sano el cuero cabelludo quizás no se te caiga", ¡para que hablas hombre!, ( ahora te quiero menos), en fin la mando a donde su doc y se quedó en silencio, (por fin), salimos igual de contentas porque nadie nos echaría a perder ese día, esa victoria, por cierto a él no le dimos chucherías.


Se le aguaron los ojos despidiéndose de las pacientes y de los muchachos de recepción, felices pues, nos fuimos con nuestra alegría para la casa, al llegar teníamos otra sorpresa, saldríamos a almorzar afuera, celebramos en serio, comimos donde a ella le gustaba, nos reímos muchísimo brindamos con jugo y nos fuimos de regreso a la casa, a descansar, a celebrar lo bonito que era poder estar vivos.


Las indicaciones eran sencillas, veintiún días sin playa, resonancia de control a las seis semanas y continuar los anticonvulsivos y la dexa, teníamos consulta un miércoles, al día siguiente del cumpleaños de Rafa, entonces extenderíamos la celebración un buen rato más.


Celebramos el cumple de Rafael, una tortica con los vecinos, era entre semana, ya el fin de semana entonces se haría una cosita más seria, ese día hubo torta, refrescos, vecinos, alegrías, risas, baile, nos hicimos un vídeo para enviarlo a la familia, todo era lindo, todo era alegría.


Al día siguiente teníamos consulta, la señora que nos ayudaría ya estaba en la casa, yo saldría a trabajar y al volver nos iríamos al  médico, pero había algo anormal, estaba mareada, no quiso desayunar, prendí las alertas, fui al cuarto le ofrecí varias cosas y solo recibió un jugo espeso de lechosa, le di ondasetrón, solté el bolso y las cosas y empecé a trabajar desde la sala, a la hora del almuerzo tampoco quería comer, le di de comer a los niños y llame a Héctor (Alejandro), vente, esto no está bien, le costaba levantarse de la cama, la misma que el día anterior bailaba en la sala y estaba tan contenta, yo no entendía nada, no sabía qué hacer, preparé la carpeta mientras llegaba Héctor (Alejandro), al  llegar  le llevo una comida al cuarto y logró que comiera un poquito, la dejamos descansar media hora y la fuimos a despertar para ir al médico, estaba consiente pero no tenía fuerzas, no se podía levantar, la vestí, la maquille, la arregle y Héctor (Alejandro) intentó levantarla varias veces y nada, era frustrante y terrible.


A la media hora dejamos de intentarlo y nos fuimos solos a la consulta, llorando, destruidos; llegamos medio recompuestos, toco esperar un rato, en la sala de espera estaba una señora con su familia (dos personas) y tres pacientes más, fue terrible, casi todos quejándose por mariqueras, que sí que fastidio con la caída del pelo y cosas por el estilo, nosotros nos mirábamos indignados y suspirábamos pidiendo paciencia, es decir, ellos que pudieron llegar a su consulta se estaban quejando, ¡imagínense!, que indignación, que impotencia, no pudimos mantener mucho el silencio entonces en un momento les solté una, señora de gracias a Dios que al menos puede aún venir a la consulta, mientras despierte todos los días hay esperanza, se lo dije dolida, nadie sabe las batallas ajenas, por eso es que siempre hay que pensar antes de quejarse.


Pasamos con el doctor (sin las quejonas), nos escuchó, nos orientó y salimos de allí con ánimo, nos explicó que pudo ser la cantidad de azúcar del día anterior, ( la dexa prolongada sube la glicemia) o simplemente la baja súbita de la dexametasona de dieciséis a ocho tan rápido, salimos aliviados de esa consulta con ganas de salir corriendo a la casa a contarle, al llegar estaba en la sala, le preguntamos a Carla (Mi hermana, que me ayudaba algunas veces con los niños) como había hecho y nos dijo que la ayudo a llegar y se sentó en la sala a esperarnos, le contamos lo que dijo el doc, y además (un poco en contra de mi voluntad) Héctor (Alejandro) le contó la mejor noticia de todos los tiempos, su hermana Flory (Floryzeth) vendría a pasar unos días con ella, se le ilumino la cara, "mi gorda, mi gorda viene" empezó a llorar de la alegría, no lo podía creer, vendría también Héctor Enrique (pero ese era el secreto), sus tres hijos con ella, demasiado bonito, ese día volvimos a ser felices, cenamos y nos fuimos a dormir sabiendo que de un momento a otro todo podría cambiar, pero la fe era un arma poderosa que estábamos aprendiendo a usar.

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