Ya llevábamos seis, faltaban dos más, el triunfo estaba
cerca, había malestares menores, pero no había tormentas, sin embargo, habíamos
empezado a aprender cosas importantes de la vida, consultábamos al doc cada vez
menos, ella estaba haciendo "su vida normal", lo más normal que se
podía, ya habíamos pautado la búsqueda de las medicinas, la "gocha"
nos había explicado ya que despachaban las medicinas los días dieciocho
entonces intentábamos cuadrar un día veinte, veintidós, así fue esa vez, fuimos
y no habían despachado las medicinas, nos devolvimos con las manos vacías, eso
fue un martes, nos dijeron que probablemente para el jueves, así lo hicimos,
volvimos el jueves y entonces si nos llevamos las medicinas, todas, hasta el
famoso avastin, que nunca había llegado, esta vez lo recibimos.
Llegamos con el doc, y comenzaba el día de
"relax", los asientos de la sala de espera eran súper cómodos,
algunas veces escuche gente roncar en ellos y todo, el doc tenía un humor
buenísimo, hacia chistes de cualquier cosa, pero con un humor especial, humor
de oncólogos supongo, este día no hubo donas, porque contra todo pronóstico a
la una y cuarenta estábamos listos, de allí a la consulta a retirar los récipes
y luego a comer, ese día comimos en un lugar especial, ya habíamos ido con ella
en una oportunidad, era un café que a su vez era floristería, muy sabrosa la
comida el ambiente y se ajustaba a nuestro bolsillo, ese día fue muy bonito, le
gustaba el sitio, ese día confeso que había llevado a sus compinchas al lugar
en otras oportunidades.
Pasamos buscando a los niños y nos fuimos a la casa, al
llegar no había energía eléctrica, ese día tocaba racionamiento en la tarde,
sacamos la cuenta, quince pisos, tres bolsos, dos loncheras, una cava, dos
carteras, mucho cansancio, todo dio como resultado que nos fuimos a un mini
parque de centro comercial a hacer tiempo mientras llegaba la luz, ese día
empezamos a planear lo de la graduación de Simón, teníamos dos cupos, peleamos
el tercero para que ella asistiera, ¡imagínate! dejarla por fuera, hablamos con
los directivos y lo logramos, tendríamos los tres cupos, pasaron las horas y
nos pudimos ir a la casa a "descansar" para el día siguiente.
Con los niños en la escuela y ella pasando la postquimio,
empezamos a hablar de que nos pondríamos, mujeres al fin pensábamos en los
detalles, me dijo" hay que obligar a Alejandro a ponerse una camisa,
aunque sea para la foto" mientras buscábamos en los clósets de una y otra
que podría funcionar para el magno evento, y es que algunas veces compartíamos
blusas o cosas que nos gustaran a ambas, no tenía problema en compartir después
de todo éramos panitas, buscamos algunas cosas y con esas entrompamos, me
faltaba una blusa que compre después.
Ella estaba dudosa decía" Ahora voy a salir en la foto
de la graduación del niño sin pelo" me acuerdo que le dije que apuej que
mejor era salir así que no salir, entonces se animó y nos tomamos todos la
famosa foto del recuerdo, ese día salimos tardísimo, menos mal Rafa estaba en
la escuela, Simón quería comer sushi pero yo me empeñe en ponerme unos tacones
que me traían escoñetada, así que fuimos a un lugar cerca para que el cómo
homenajeado del día se comiera su cosa, nosotros comimos y brindamos (con dos
cada uno) en otro lugar del mismo centro comercial, yo seguía con la economía
de pasos y ella ya estaba ajetreada, para ese día tumbamos otro mito, a pesar
de entender que cada caso es diferente, en su caso el doctor no le prohibió
nada, todo con medida, pero ese día como ya lo dije pudimos celebrar, ella
preguntó en la consulta si ella podía "tomar, fiestear y bailar
pegao" el doc, después de reírse le dijo que ella podía hacer su vida lo
más "normal" que pudiera, eso nos dio felicidad, que ella no sintiera
limitaciones, que pudiera ser ella tranquilamente.
Ese día termino con todos cansados y ella mostrándole a todo
el vecindario (nuestros vecinos de piso) su nieto Simón que se había graduado
de preescolar, ella hablaba con mucho orgullo de sus nietos, de todos ellos,
guardaba las fotos y tarjetas de ellos como unos verdaderos tesoros, siempre
tenía una anécdota o recuerdo de alguno, los míos la disfrutaron más solo por
la gracia de poder vivir con ella pero para ella todos eran sus
"príncipes", si, puro varón, siete nietos y nunca le vino la hembra
que ella tanto pidió.
Después las fotos y las llamadas a las amistades
"Yamila se nos graduó Simón, ya es universitario, soltaba la
carcajada" ella era de muy selectas amistades, era de carácter fuerte pero
de muy nobles sentimientos, curiosamente en nuestros diez años juntas jamás
peleamos, nunca discutimos, nos poníamos bravas por tonterías y al siguiente
día como si nada, fue sin duda una escuela para aprender a vivir, donde el
respeto y la tolerancia siempre ganaron.
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