Pasábamos a la siguiente ronda y todo estaba "bajo control" imagínate lo muy bajo control que puede estar una situación de este tipo, hasta que un día empezó a sentirse mal, con fiebre, decía que le dolía la garganta, de una para donde el doctor, estábamos todos asustados, el cuello, dolor, la biopsia aquella, era preocupante, por suerte el doc nos devolvió el alma al cuerpo al revisarla, ¡tenía amigdalitis! y uno dándole vueltas a la cabeza, de donde, tanto que uno la cuidaba de los mocos y bacterias de los niños, más nunca dejamos que simón durmiera con la abuela, ¿amigdalitis de dónde?, ella confeso, estaba tomando agua en la oficina con un vaso prestado, nada más y nada menos, teníamos entre rabia y alivio, tanto que se le cuidaba y ella de imprudente, después nos reímos y lo agarramos de mamadera de gallo, por supuesto era preferible una amigdalitis a que fuera la otra situación.
Ya en la casa la cosa fue diferente, se le dicto toque de queda y marcación cuerpo a cuerpo mientras durara el tratamiento (siete días), la llamaban y echaba el cuento más o menos así " estoy castigada, porque me puse de farandulera a estar haciendo desastres y estoy con amigdalitis" termino el tratamiento y volvió a la oficina no sin antes aprender la lección, (le compramos un perolito para el agua, por si acaso) seguimos con la rutina, agua de coco, sardinas, las famosas sopas de pata de gallina, poco a poco, sentía que estábamos avanzando, todo estaba saliendo como debería ser.
Empezamos a planificar el cumpleaños de Rafa, su tía Flory mandó un montón de cosas para la fiesta, pero a mitad de mes, se volvió a enfermar Rafael, corrimos al médico otra vez y empezamos a asumir que teníamos que operar al niño, con todo en contra, la situación de la abuela, la edad del niño, las opiniones de algunos miembros de la familia, era difícil, fue difícil, ella (como siempre) nos apoyó, buscamos a los especialistas, le hicieron las evaluaciones y en un mes lo estábamos operando, justo un mes antes de su cumpleaños, evidentemente, no hubo fiesta, entre la recuperación de Rafa, las quimios de la abuela, la casa, el trabajo, los chamos, era fuerte, resistimos y lo llevábamos medianamente bien, llegue a pensar que hacían turnos para que alguien siempre estuviese enfermo en la casa, el siguiente en la lista fue Simón, por suerte no paso de un susto y corredera al médico por una sobredosis de dulces.
Entre tanto era momento de la búsqueda de los medicamentos para la quinta quimio, por alguna razón nunca la llamábamos quimioterapia, siempre fue con ese diminutivo, como para generar una confianza de panas, ella decía" Yo tengo que amar la quimio, porque ella es la que me está curando, no puedo estar de malas con ella", nos dio chance porque entre la numero cuatro y la quinta hubo un poco más de veintiún días, entonces se hicieron todos los exámenes y se buscaron las medicinas "relajados", ese día en la espera ya estaba por ponerse a pelear con una doñita impertinente, hay dos tipos de pacientes oncológicos (según yo) uno es el que se queja, todo esta mal, se auto compadecen, se entregan y se amargan, otro es el que batalla, tiene días malos y tristes, pero intentan mantener una actitud positiva, hacen las paces con la vida y se renuevan, ella era del segundo grupo, entonces le arrechaba la gente "quejona" todo estaba mal, todo era difícil, pobrecito yo, entonces justo cuando ya estaba lista para el mitin la entretuve y me la lleve a caminar.
Hicimos tiempo y después fuimos a ver por qué numero estaba la cosa, ese día fue rápido, al volver le pregunte a la "gocha" si nos daba chance de ir a comer, me dijo, " anda y compra y deja a tu mamá aquí por si acaso", me reí y no dije nada, por alguna razón todos pensaban que era mi mamá, no era la primera vez que nos ocurría eso, no era la primera vez que nos llamaban madre e hija, y es que más allá del parecido físico ella se comportó siempre como una madre, espero entonces haber sido una buena hija de "mentiritas", decidimos quedarnos así que esperamos media hora más y nos fuimos, ella le tenía el ojo puesto al sitio aquel de la otra vez, así que ese día desayunamos allí otra vez.
Esta vez la quimio era para un jueves, estábamos a martes entonces daba chance de planificarse, entonces el miércoles nos encontraríamos en parque Aragua para unas diligencias y almorzar, fuimos a comer en un sitio que nos encantó, estábamos con simón (el rey del pollito con papitas) pero le dimos ese día fideos de arroz también, comimos y salimos corriendo a buscar a Rafael, llegamos cansadas pero con todas las diligencias al día.
Para la quinta todo sería conforme al plan establecido, ir, relajarse, comer dulces, esperar, irse, los siguientes dos a tres días medio chimba y después pa lante, faltaban tres, la veíamos recompuesta, de verdad llegamos a creer que sería así, tres más y listo, poco a poco fuimos viendo que esa enfermedad es para nunca bajarle la guardia.
Ya en la casa la cosa fue diferente, se le dicto toque de queda y marcación cuerpo a cuerpo mientras durara el tratamiento (siete días), la llamaban y echaba el cuento más o menos así " estoy castigada, porque me puse de farandulera a estar haciendo desastres y estoy con amigdalitis" termino el tratamiento y volvió a la oficina no sin antes aprender la lección, (le compramos un perolito para el agua, por si acaso) seguimos con la rutina, agua de coco, sardinas, las famosas sopas de pata de gallina, poco a poco, sentía que estábamos avanzando, todo estaba saliendo como debería ser.
Empezamos a planificar el cumpleaños de Rafa, su tía Flory mandó un montón de cosas para la fiesta, pero a mitad de mes, se volvió a enfermar Rafael, corrimos al médico otra vez y empezamos a asumir que teníamos que operar al niño, con todo en contra, la situación de la abuela, la edad del niño, las opiniones de algunos miembros de la familia, era difícil, fue difícil, ella (como siempre) nos apoyó, buscamos a los especialistas, le hicieron las evaluaciones y en un mes lo estábamos operando, justo un mes antes de su cumpleaños, evidentemente, no hubo fiesta, entre la recuperación de Rafa, las quimios de la abuela, la casa, el trabajo, los chamos, era fuerte, resistimos y lo llevábamos medianamente bien, llegue a pensar que hacían turnos para que alguien siempre estuviese enfermo en la casa, el siguiente en la lista fue Simón, por suerte no paso de un susto y corredera al médico por una sobredosis de dulces.
Entre tanto era momento de la búsqueda de los medicamentos para la quinta quimio, por alguna razón nunca la llamábamos quimioterapia, siempre fue con ese diminutivo, como para generar una confianza de panas, ella decía" Yo tengo que amar la quimio, porque ella es la que me está curando, no puedo estar de malas con ella", nos dio chance porque entre la numero cuatro y la quinta hubo un poco más de veintiún días, entonces se hicieron todos los exámenes y se buscaron las medicinas "relajados", ese día en la espera ya estaba por ponerse a pelear con una doñita impertinente, hay dos tipos de pacientes oncológicos (según yo) uno es el que se queja, todo esta mal, se auto compadecen, se entregan y se amargan, otro es el que batalla, tiene días malos y tristes, pero intentan mantener una actitud positiva, hacen las paces con la vida y se renuevan, ella era del segundo grupo, entonces le arrechaba la gente "quejona" todo estaba mal, todo era difícil, pobrecito yo, entonces justo cuando ya estaba lista para el mitin la entretuve y me la lleve a caminar.
Hicimos tiempo y después fuimos a ver por qué numero estaba la cosa, ese día fue rápido, al volver le pregunte a la "gocha" si nos daba chance de ir a comer, me dijo, " anda y compra y deja a tu mamá aquí por si acaso", me reí y no dije nada, por alguna razón todos pensaban que era mi mamá, no era la primera vez que nos ocurría eso, no era la primera vez que nos llamaban madre e hija, y es que más allá del parecido físico ella se comportó siempre como una madre, espero entonces haber sido una buena hija de "mentiritas", decidimos quedarnos así que esperamos media hora más y nos fuimos, ella le tenía el ojo puesto al sitio aquel de la otra vez, así que ese día desayunamos allí otra vez.
Esta vez la quimio era para un jueves, estábamos a martes entonces daba chance de planificarse, entonces el miércoles nos encontraríamos en parque Aragua para unas diligencias y almorzar, fuimos a comer en un sitio que nos encantó, estábamos con simón (el rey del pollito con papitas) pero le dimos ese día fideos de arroz también, comimos y salimos corriendo a buscar a Rafael, llegamos cansadas pero con todas las diligencias al día.
Para la quinta todo sería conforme al plan establecido, ir, relajarse, comer dulces, esperar, irse, los siguientes dos a tres días medio chimba y después pa lante, faltaban tres, la veíamos recompuesta, de verdad llegamos a creer que sería así, tres más y listo, poco a poco fuimos viendo que esa enfermedad es para nunca bajarle la guardia.
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