jueves, 16 de noviembre de 2017

DÍA 5 LA RADIOTERAPIA






Era la mitad del cuento, la mitad de la segunda parte de la historia, pasaban los días y ella sentía más confianza, caminaba mejor, casi sin ayuda, ya no arrastraba tanto el pie y había recuperado movilidad en el brazo, yo recordaba tantas cosas mientras llegábamos ese día a la radio, como la vez aquella que me decía que estaba perdiendo la fuerza en las manos, mucho antes de la operación, mucho antes de las quimios, no dejaba de pensar cuanto tiempo había ella tenido la enfermedad sin darse cuenta, y es que como despertamos todos los días no nos damos cuenta del milagro que eso significa, no apreciamos la salud, no la cuidamos, así como no nos damos cuenta de las cosas importantes de la vida; hablábamos siempre, y a pesar de ser muy parecidas en cuanto a carácter, convivimos juntas en paz, armonía y alegría porque teníamos valores muy similares, quizás eso nos unió en un vínculo que no conocía valor legal o administrativo.


Llegamos a la quinta, triunfadoras, ese día Gaby tenía que hacerle servicio al carro así que nos tocaba salir y agarrar un taxi, había un grupito con el que me gustaba sentarnos porque eran del tipo de paciente que lucha,positivos, sin embargo a veces no quedaban sillas disponibles cerca del grupito "bueno" y nos tocaba sentarnos cerca del otro grupo al que no llamare malo en respeto a la difícil situación que debe ser padecer una enfermedad de ese calibre, había una señora en especial, con un yeso en un brazo (derecho), era de valencia, misma situación (MT cerebral) la llamaba la señora del "yesito", ella estaba muy afectada, siempre hablaba dolida y negativa, a pesar de ser la de mejor condición al llegar al servicio de radioterapia, llegaba caminando, activa, aparentemente no tenía nada, nunca la sentaron en una silla de ruedas, en fin, ese día fue un desafío a nuestra fe y a nuestra paz, yo odiaba la gente que llegaba con cuentos terribles y dramáticos que la ponían en zozobra, me molestaba muchísimo en serio, entonces la señora del "yesito" empezó con el cuento, "bueno uno que es un paciente crónico necesita mucho apoyo (de acuerdo), ya como uno está en esta última fase (mmm), a mí los doctores me mandaron para ver que se puede hacer (mmmm), pero bueno es complicado (ya va, ya va), bueno y esto es lejos (ay Dios), y esta enfermedad es muy terrible (ok), y lo que le falta a uno padecer (aja, momento), y no hay medicinas (ok)" ; esta señora era verdaderamente un paciente desanimado y negativo, nunca le escuchaba hablar de lo bonito que había amanecido o de algo bueno, entonces ese día después de todo ese repertorio y un montón de quejas más se le cuadro y le soltó una de las de ella, " bueno amiga, hay que darle gracias a Dios que al menos estamos aquí, recibiendo un tratamiento gratuito y despertándonos todos los días" la doña se quedó en silencio y justo cuando tenía la intención de seguir en lamento ella rompió la cosa y me dijo vámonos para allá afuera.

No, definitivamente no es fácil mantener la tranquilidad en una situación así (hablo de la enfermedad), sin embargo entendíamos que era mejor escuchar lo positivo, lo bueno, lo que nos convenía y no todo lo demás, así viniera sellado y firmado por un médico arrechisimo, un astronauta o el amigo de mi amigo que es vecino de mi tía, volvimos para la recepción porque habían comenzado a llamar, compre unas empanadas, ella pidió de pabellón, (nunca sé cómo hacen para comerse una empanada de esa potencia en la mañanita, mis respetos a quienes lo hacen), yo por supuesto pedí de queso, y es que soy necia para comer empanadas en la calle, un café con leche, que fue objetado por la señora del "yesito" "a mí me prohibieron el café, porque puede ser dañino" yo pensaba, ¿que más daño del que ya tienen puede hacerle un café?, ella dijo “a mí no me prohibieron nada” y la miro con cara de cállate chica.

Pasamos, y digo pasamos porque ese día literalmente la subí en la máquina, entre hasta la zona cero pues, ciertamente una maquina enorme, unos médicos jovencitos, "espera a tu mamá afuera, ya te llamamos" al salir me dijo " Mira y mis exámenes (unos chequeos cardíacos del inicio cuando presumíamos un ACV) vamos a buscarlos hoy" asumí que necesitaba salir y pasear.

Durante los diez años que compartimos juntas nunca había estado tan encerrada como ahora, aproveche su buen ánimo y la secunde, ¡vámonos!, salimos caminando en paso de merengue (era el escalón más arriba del pasito tun tun) tomamos un taxi y llegamos al centro médico, ya no se cansaba tanto, subimos al ascensor y un señor que subió con nosotras, después de vernos de arriba abajo y  buscando conversa dijo "no pueden negar que son madre e hija", no pude, no aguante y me salió rolo de carcajada, no por el comentario sino porque era por decir algo, para llamar la atención, y ella (que no se les escapaba nada) le dijo "pues fíjese que no, como si lo fuera, pero no es mi hija" los peores cinco segundos de ese pobre hombre, salimos y él se quedó allí callado y apenado, mientras nosotras nos reíamos de la cosa, “te estaba mirando a ti” no que va eso era con otra, le dije yo.

Entre y pedí los exámenes, pero había unos informes que no estaban listos (faltaba sello y firma de la doctora), así que para su tranquilidad les tome fotos y nos fuimos, ella se fue refunfuñando, porque habían pasado muchos días y eso no estaba listo, salimos del centro médico y nos fuimos a una panadería cerca donde compramos y comimos como niñas chiquitas, si, volvimos a comer, y además comimos chucherías, al salir nos fuimos en un taxi a la casa a descansar y a cuadrar la próxima escapada, “mira quiero unos zapatos que vi en una zapatería a dos cuadras de la Páez, vamos a ir, pero no mañana, pero vamos”, después me dijo "verdad que estoy caminando mejor" era evidente, pero yo no quería decir sí ni no, era un compromiso asumir una postura, así que le dije en tono de jodedera que habíamos pasado de paso tun tun a paso merengue, soltó una carcajada y se fue a acostar sola, ya casi no necesitaba apoyo para caminar, era una alegría enorme, pero como ya sabíamos que había que ir con cuidado la administrábamos de poquito en poquito.

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