La metodología era diferente, esto era todos los días, así que aun con sueño nos levantábamos tempranito y comenzaba la cosa, arreglarse, preparar el té del día, recoger las cosas y salir; ese día se arregló y hasta se puso pintura de labios, me alegre, esa era la idea, no logre lo de los zarcillos porque decía que al llegar se los tenía que quitar y entonces la deje quieta con ese tema.
Llegamos la anote y fui por empanadas, ella no era muy
amiga del pan, había que variarle
la cosa, esperamos un ratico y salimos, porque el frió
era tremendo, esos aires acondicionados eran fuertes, casi todos los pacientes
estaban afuera, el día estaba medio nublado estaba medio en pico de zamuro nuestra
escapada, la llamaron y esta vez me dejaron entrar casi hasta la
máquina, la llevaba en la silla y esperábamos en un
pasillo que estaba cerca.
Ya tenía cabello, entonces empezamos a hacer planes, me
dijo " no sé si me dejen pintármelo, pero un corte que me le de forma si
le vamos a dar" hablamos dos o tres cosas más y entonces
paso cerca la doctora de la señora Fátima, y se paró a
saludar, yo aproveche y le metí chisme, doctora fíjese que ella no quiere comer
chocolate, ni ver TV porque dice que le puede hacer daño por favor hable con
ella, tenían que ver la cara que puso y con los ojos que me miro, la doctora le
dijo algo familiar, "Vive, vive lo que tengas que vivir, perdona a quien
tengas que perdonar y pídele perdón a quien tengas que pedirle perdón, nuestro
destino solo Dios lo sabe" de voz de un medico
esas palabras tenían mucha mayor validez que desde
cualquier otra voz.
Eso también funciono, se mostró a partir de esa conversa
menos temerosa, y con más ganas de seguir adelante, salimos rápido ese día
también, así que nos escapamos o lo intentamos, porque en realidad tuvimos que
llamar a Gaby y me tuve que quedar sola en BADAN para buscar unas medicinas que
se estaban agotando, estaba lloviznando, ellas me dejaron y se fueron, yo entre
y no había lo que estaba buscando, entraba y salía de las farmacias con las
manos vacías, entonces comencé a hablar con un emisario que Dios me había
mandado, un angelito que no me dejo perder la fe ni la esperanza, y convencida
que llegaría a la casa con la medicina empecé a caminar, y la conseguí, más
tres o cuatro cosas más que también necesitábamos.
No solo ella estaba mirando la vida de otra manera, todo
esto me confrontaba a mí misma, con mis miedos, dudas y decisiones importantes,
llegue a la casa y teníamos la medicina de la dosis de la noche, le comente a
Héctor (Alejandro) lo difícil que se me había hecho conseguirla así que al día
siguiente salió y compro unas diez más.
Se miró las manos y me dijo "hay que hacer algo con
esas manos, mira esto" ya sabía yo por donde iba la cosa, así que le dije
que al salir de la sesión del siguiente día nos iríamos a parque Aragua, ella
tenía unas diligencias pendientes en el banco y otras más entonces decidimos
que ese sería el día de diligencias.
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