jueves, 30 de noviembre de 2017

DESAFÍOS 4




Aún en la clínica el día sábado y con ella más activa, teníamos la certeza que ese día estaríamos de alta, sin embargo había que resolver algunas cosas, unos exámenes que se le debían hacer fuera de la clínica y otras cosas, entonces después del desayuno y atendiendo el llamado del internista que explico que ella necesitaba dormir la dejamos descansar un rato, aproveche la mañana y fui al laboratorio a levar lo de los exámenes mientras el resto de la tropa se quedaba atendiendo el tema del seguro, pagos y pendiente por si ella despertaba, de regreso del laboratorio pase por locatel, vi la oportunidad de preguntar por la cama clínica que ya habíamos escuchado que facilitaría todo en casa, pedí mis presupuestos y me fui a la clínica, al llegar estaban los tres hermanos sentados conversando, les di el "mandado" y acordamos ir a comer, ya ella había desayunado y estaba descansando, así que nos permitimos ir cerca a almorzar, los cuatro hermanos, los tres hijos y "la adoptada" como me apodaron en joda, en vista que ya no era más la cuñada,  me hizo gracia la nomenclatura nueva, la verdad me sentía justo así, como si fueran mis hermanos y ella mi madre.

Pedimos algo especial para ella, algo que sabíamos era seguro que comería un poco al menos,  comimos, reímos un rato y volvimos justo para cuando ella despertó, le encomendamos la tarea de que ella comiera lo más posible del almuerzo a Héctor Enrique, tratábamos de mantenernos con ella de dos en dos, porque había una enfermera odiosa que nos perseguía para sacarnos y dejar solo un familiar por paciente, esa vaina estaba sola pero ella (que era la única que se ponía en esa) insistía así que nos metíamos de dos en dos.

Ni hablar de los entretelones de la estadía en la clínica, el día sábado en la madrugada ya ella se sabía los casos que estaban en observación y los nombres de los doctores (era como una prueba de su orgullo diciendo que ella todavía era ella) nos contaba que el de la cama tal era un militar que no tenía seguro, que el otro se había caído de una moto, etc; en la noche del viernes llamaba a un enfermero "Héctor Enrique" a todo gañote, Flory (Floryzeth) le decía mamá ese no es  míralo bien, este es más alto; dormíamos en la sala de espera como podíamos (las sillas eran frías y duras) y por supuesto la mejor de las anécdotas de esa hospitalización, al momento del alta el odioso internista paso cerca de su cubículo y le dijo a el médico residente de guardia, ¡ella se va!, a lo que ella al escucharlo le replico "¿Cómo es la cosa?, un momentico" (a mí me dio una pálida), el hombre se devolvió y le pregunto qué pasaba y ella le dijo "así no, usted está bravo o que le pasa" el doctor no tuvo otra que decirle que lo que pasaba era que él era así enérgico, pero  ella no se quedó atrás y le contesto " yo también soy enérgica, mucho cuidado", no aguantaba la risa, ella sin saberlo estaba poniendo en su sitio al mismísimo doctor que creyéndose supremo había decretado su muerte dos días antes, era increíble ver que a pesar de las situaciones su fuerza continuaba  intacta.


Nos fuimos de alta, por fin a la casa, con nuevas rutinas y nuevas maneras pero en casa, aún estaba un poco débil, las nuevas rutinas incluían baño en cama, centro de cama, pañales, ella no estaba conforme, pero entendía y suponía (como nosotros mismos)  que todo aquello podía ser temporal; después de este episodio no volvió a caminar, todo era con la silla de ruedas, algunas veces no le gustaba, se negaba a levantarse a comer en la mesa, dependiendo del día la dejábamos tranquila, era todo nuevo y difícil, había que darle tiempo para asimilarlo, de ser independiente y activa a pasar a un estado de cuidados donde dependía de terceros, no era fácil, los dos primeros días fueron difíciles, poco comer, poco hablar, el tercer día todo cambio, comenzó a reírse nuevamente, estábamos bañándola entre tres, Gabriela ( la enfermera) Flory (Floryzeth) y yo, y de pronto todo empezó a ser risas y alegría, fue un alivio, habían sido días duros, necesitábamos saber que ella estaba bien, que se sentía bien, entonces dijo algo importante “ ¿Me veo bonita? Dímelo, dímelo siempre yo necesito escucharlo”, al salir y dejarla lista le escribí a Héctor (Alejandro) hoy tienes que llegar diciéndole a tu mamá lo linda que se ve, está necesitando escucharlo, y es que verdaderamente que mujer se cansa de escuchar palabras bonitas, esto no era solo su sanación física, era su sanación emocional y espiritual era un trabajo duro que estábamos asumiendo en equipo.

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