lunes, 30 de octubre de 2017

DÍA 2



Fuimos a buscar las medicinas, sin saber cómo seria, esperábamos un montón de gente sufrida, dolorosa y llena de lamentaciones, nos acercamos poco a poco y comenzamos a ver un grupo de personas bajo un toldo, ¨el cuarto frío¨ le llamaban, llegamos con nuestra cava y nuestra popular cara de circunstancia, nos anotaron en una lista y luego nos llamaban para verificar los documentos y después volvían a llamar para despachar.



Nos tocaba esperar, teníamos hambre, pero cerca no había nada, así que decidimos que comeríamos al terminar la vuelta, me dijo¨ fíjate bien, al frente en la estación de servicio hay un café, allá nos sentamos, cómodas y comemos¨, nos hicimos panitas de ¨la gocha¨ qué anotaba de tanto hablar, muy atenta la muchacha, cuando nos estaban por despachar nos dimos cuenta que nos faltaba el hielo, es más nunca nos enteramos que había que llevar hielo, salí a ver dónde conseguía, un raspadero y otra señora que solidariamente nos dio un pedazo de su hielo nos salvaron, ese día el trámite fue rápido en dos horas ya estábamos listas, caminamos a la salida mirando los árboles, que dicho sea de paso era un lugar muy bonito, con árboles y flores, con la infraestructura medio desbaratada, pero con un ambiente de parque.



Fuimos a desayunar faramalleramente al sitio en cuestión, muy lindo, con fotos de Maracay de los años mozos, con libros y una musiquita bonita, pedimos unos taquitos y unos cafés, y nos pusimos a chismear, se empezó a acordar de los lugres de Maracay de esa época, donde quedaba tal cosa y cual cosa, comimos, miramos los libros y salimos.



Caminamos hasta la parada de locatel, y nos subimos a un taxi, bonito y con aire porque para eso se paga un taxi, según ella, queríamos pasear más pero ya estaba cansada y el hielo de la cava estaba derritiéndose.



A los dos días estábamos otra vez con el doctor, llegamos con nuevo look todos, ella muy vestida y arreglada como siempre, maquilladas y con zarcillos (como debe ser), el detalle de los zarcillos es importante, cuando se sentía triste no se pintaba ni se ponía zarcillos, entonces yo le recordaba la cosa y me salía con un ¨ay, déjame en paz¨, eso sí que te tenía ella, carácter hasta para regalar, y un corazón enorme también, entregamos las medicinas, pasamos a la sala de quimio, la instalamos y fuimos a buscar chucherías, ya habíamos descubierto la debilidad del doctor por los chocolates, así que fuimos por unos cuantos para entretenernos, al llegar le pusieron un decobel (dexametasona) por lo de la vez anterior y la reacción alérgica, empezó sin novedad y mientras en la sala de espera hacíamos conferencias los familiares de nutrición, vida positiva y etc., los ganadores de la contienda eran siempre las patas de pollo, el agua de coco, la morcilla, el hígado de res y el tres en uno, a media mañana ya estábamos casi solos, quedábamos una niña bellísima de unos 19 años, que estaba con su mama y nosotros, empezamos a hacer conversación y me pregunto que había hecho con mi cabello, le dije que estaba en la casa, me explico dónde y quien hacia las pelucas de cabello natural en CCS, me explico todo el mecanismo, nos contó donde le tatuaron las cejas y que tenía varias de varios modelos y colores, ella estaba recibiendo la ¨rojita¨, nada que ver con el taxol+ carboplatino con sus benditos filtros.



Salimos ese día a buena hora, nos fuimos a comer cerca en un restaurante que estaba recién inaugurado, comimos y nos fuimos a descansar, ya venía la borrachera y la hora de ir por los niños, los siguientes días estuvo con malestar, los primeros tres días para ser exacta, agua de coco y sopita con ella, jugo de fresa, y merengada de coco con cambur, después se le pasaba, pero comenzamos a verle la cara inflamada de un lado, otra vez a donde el doc.



Le indicaron una nueva biopsia de un ganglio del cuello, le tomaron la muestra y pa la casa otra vez, salía al pasillo, regaba las matas, pero aún no se animaba a salir, la quimio le estaba exacerbando una alergia en la piel y estaba toda incomoda, con más decobel lo superamos rápidamente, se preguntaba todos los días por el resultado de la biopsia, y la zapateaba cada vez que venía con el asunto.



Ya la cantaleta estaba fuerte ¨Alejandro ¿fuiste por los resultados?¨ por supuesto la respuesta era negativa y venia el palo de agua atrás, así que a los dos días después de esa batalla campal dejamos a los chamos en la escuela y fuimos por los fulanos resultados, aprovechando que la bisabuela estaba en una cita médica cerca del laboratorio.



Para ese entonces no me sabía de memoria el número de cédula de ella así que la mandamos a buscar por nombre, tardaron y no lo conseguían (según), hasta que después de un buen rato lo entregaron, mi curiosidad no aguantó y lo abrí a escasos pasos de la puerta de salida, solo pude leer metastasico y después se me nublo todo,¨¿Qué te pasa?¨ no pude ni contestar, se me salieron las lágrimas y el me arrebato el papel, se llevó la mano a la boca, se puso frío, pálido, y empezó a llorar, vomito, le pregunte si se quería sentar, y le dije hay que llamar a tus hermanos, los llamo aun llorando, era muy fuerte, ¿cómo se calma alguien ante una situación así?, entonces le dije, mira vamos con el doctor, él nos va a decir que hacer, vamos que estamos cerca, nos compusimos y fuimos con el doctor.


Llegamos y enseguida nos hizo pasar, como adivinando lo que pasaba, atendía a un paciente y seguíamos nosotros, no podíamos llegar a la casa con ese papel, esperamos un poco y luego nos sentamos a hablar con él, recuerdo sus palabras exactas ¨Esto es sin duda una dificultad, pero no es el fin del camino, si me preguntaran si vale la pena seguir con el tratamiento, yo diría que si, el tratamiento sirve para todo el organismo, no hay que cambiar de tratamiento¨ nos regalo en esas palabras la esperanza de que todo era posible, aun había camino por delante, era el momento de comenzar a confiar y creer, en Dios y en la ciencia, nos fuimos renovados, preocupados pero en paz.


Por supuesto al llegar no falto la pregunta, y lo resolvimos así, le dejamos el examen al doc, así que le dijimos que todo había salido normal y que había algunas células pero que el tratamiento haría su efecto, evidentemente, maquillamos la situación, guardamos la lágrimas y omitimos la palabra metastasicas, nunca una palabra me había zozobrado tanto, nunca una palabra me había roto tanto el corazón, era como pelear con un enemigo invisible, no sabíamos dónde atacaría la próxima vez, mientras tanto hicimos de cuenta que nunca lo leímos, comíamos, reíamos, peleábamos como si nunca había existido la palabra, como si nada ocurriera.


Pero era evidente que ocurría, la escuchaba desde la sala o la cocina hablar por teléfono ¨Si chama, se me cayeron todos los pelos, toooodos, las cejas las pestañas, y los otros también, jajajajaja,¨ su única preocupación eran los pelos, gracias a dios, y que le dejaran de dar sardinas y agua de coco porque decía que hasta cuando, poco a poco retomaba el ánimo y las ganas de salir, un día se levantó y decidió que se iría a la oficina un ¨ratico¨, se sentía mejor, que bueno, poco a poco empezaríamos a vencer.

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